El primer día de cole

¿Cómo ayudar a los niños en la adaptación escolar?

Primer día de cole - Cómo ayudar a los niños en la adaptación escolar

Comienza el curso escolar y niños y padres se preparan para ello, sobretodo aquellos que se van a incorporar por primera vez. Deciden sobre la institución más adecuada, se proveen de materiales, disponen de vestimenta. Los niños fantasean sobre el cole y los padres esperan expectantes que sus hijos puedan responder a las demandas académicas, establezcan amistades y se encuentren a gusto.

«Los ratones van a la escuela
de noche, con una vela.
Ratones tuertos con anteojos,
ratones con bonetes rojos,
ratones llenos de puntillas,
ratones en zapatillas.
Tríquiti tras, tríquiti tras,
la trompa delante y el rabo detrás.»
Los ratones van a la escuela. María Elena Walsh

El primer día

El primer día de cole para muchos chicos es vivido como una señal de crecimiento, y puede que hayan esperado con impaciencia que llegue ese momento: porque tendrán su mochila, irán a clases como su hermano mayor o tantas otras ilusiones que este paso genera en los niños y en las familias. También podemos ver niños que lloran continuamente, chicos que hay que llevar a rastras hasta la puerta del colegio, que en casa no han podido pasar el desayuno o salir de la cama a tiempo.

Gran parte de estas pequeñas alteraciones que presentan los niños en el inicio escolar, y otras como cierto nerviosismo, algo de excitación, tensión, ansiedad, alteración del sueño la noche anterior, no necesariamente dan muestras de problemas en la adaptación escolar. ¿No nos sucede a veces lo mismo a los adultos previo a un viaje o la asistencia a un evento en particular? ¿No se nos cierra el estómago o comemos más de la cuenta previo a ciertas situaciones?

En la mayoría de los casos las contrariedades suelen disminuir con el paso de los días en la medida que el niño se siente seguro, cuidado, comprendido y acompañado por parte de su familia y/o de la institución escolar.

La progresiva adaptación escolar

Previendo muchas de estas situaciones es que las escuelas reciben a los niños gradualmente, para poder acompañarlos mejor en este cambio del hogar a la escuela. El tiempo en que el niño transcurre en el nuevo ámbito se va ampliando progresivamente en la medida en que va adquiriendo experiencias gratificantes de despedida y reencuentro con sus padres o figuras de apego y pudiendo construir nuevos lazos afectivos.

Las figuras de apego han sido descritas por el psicoanalista John Bowbly como aquellos referentes que permiten al niño sentirse seguro, atendido y afectivamente cuidado y que resultan cruciales para su futuro desarrollo. Las primeras figuras de referencias suelen ser los padres -o quienes cumplen las funciones parentales– y en la medida en que el niño se desarrolla se van enriqueciendo con nuevas figuras que aportan seguridad, y que sabe que están accesibles si él las necesita como abuelos, tíos, cuidadores y maestros.

El desarrollo en la infancia

Cuando el desarrollo psíquico y biológico ha ido bien los niños inician su andadura escolar con cierto grado de autonomía adquirido, su constitución subjetiva ha sentado las bases, cuentan con un cierto reconocimiento de sí mismos y de su cuerpo -diferenciado de otros-, pueden controlar algunos impulsos y aceptar ciertas normas básicas de convivencia, se expresan verbalmente, suelen ser capaces de soportar ciertas esperas y sobreponerse a pequeñas frustraciones. Por lo que podemos pensar que se encuentran en un momento idóneo para aprender a compartir actividades con otros niños ajenos a la familia.

De la guardería al cole

Chicos que no han asistido anteriormente a la guardería pueden mostrar cierta confusión y reticencia a lo que imaginan, con cierto acierto, que requerirá dejar algo de su lugar de exclusividad experimentado en el hogar. No implica necesariamente que no cuenten con herramientas adecuadas, sino que la escuela es para estos niños la primer institución externa a la familia, y requiere ciertos ajustes internos en el niño y en los padres. Para todos los chicos este inicio del segundo ciclo de educación infantil, exige aprender a relacionarse con otros niños, una maestra distinta, en un edificio que aún desconocen. En general los chicos, -tanto si han ido o no a la guardería- suelen aceptan esta experiencia novedosa mostrándose sumamente ilusionados y entusiasmados, sobre todo cuando los padres también pueden vivir el cambio sin una ansiedad excesiva y son capaces de acompañarlos en este paso.

Pienso en ti

Para ciertos niños, ir a la escuela acarrea otros cambios como tener que levantarse más temprano, escuchar los pedidos de sus padres para que desayune, se vista y cepille sus dientes a otros ritmos a los que estaba acostumbrado. A veces se encuentra que va mamá a recogerlo, la abuela, o quien lo cuida, que no ve a papá hasta la tarde. Se encuentra que ir al colegio no es sólo ir a jugar con otros niños, es decir, las cosas no ocurren como esperaba. Para tratar de evitar algunas de estas situaciones puede resultar útil decir a los niños lo que va a ocurrir, sin asustarlos pero haciéndoles sentir que uno está con ellos.

“Mamá pensará en ti” o “Papá te ha traído este dibujo, cuando te aburras lo tendrás contigo, así tendrás más confianza” Los niños necesitan saber que a pesar de las separaciones temporales siguen existiendo para alguien y que en su cabeza sus padres y vivencias gratificantes pueden resguardarse. Por eso en los niños más pequeños ciertas cosas pueden servir de representación que ayude a sentirse seguro. ¿No se intercambian también objetos los amigos, o las parejas enamoradas?

No me cuenta nada…

Muchas veces se le pregunta al niño “¿Qué has hecho en la escuela?” y si no puede responder se le insiste con esto, como si fuera un acto desafiante o negativo del niño. «No me cuenta nada» me dicen preocupados algunos padres en consulta. Lo que suele suceder es que los niños están en el presente, si está en casa hablará de lo que pasa en casa, es su ambiente inmediato. Hay niños que hablan de más cosas, otros desean mantenerse más reservados.

También hay niños que reciben sólo cuestionarios que dejan poco lugar a expresarse y cuando los padres esperan que el niño cuente algo más, el niño ya se aburrió. Niños que suben al auto y participan día día del mismo ronroneo -Padre/madre: ¿Cómo te fue hoy? -Niño: Bien. P- ¿Comiste? Si ¿Jugaste? Si. Y luego se llega a casa y a otra cosa, llaman por teléfono, está la Tv encendida.

En estos modos de comunicación que se van estableciendo con los niños se van poniendo de relieve diversos modos de relación y de encuentro. ¿De control o de intercambio?, ¿De ordenes impuestas o de ciertas negociaciones? ¿Quién o quienes pueden hablar? ¿Los padres preguntan o también cuentan? Diversos modos en donde entra en juego la propia tolerancia de los padres a lo desconocido de cada hijo, a sus espacios de intimidad y sus lugares de despliegue de su conducta autónoma.

Cuando el cole no es como el niño esperaba

«La vaca vestida de blanco
se acomodó en el primer banco
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa».
La vaca estudiosa. María Elena Walsh

También podemos observar aquellos niños que llegan repletos de ilusiones y al encontrarse en el cole situaciones que no eran como esperaban, se niegan a seguir asistiendo. Algunos padres relatan la sorpresa de sus hijos al encontrarse tal vez demasiados niños de su edad para su gusto, o que no puede disponer de su maestra para él sólo. Pueden ser diversos los aspectos que el niño haya podido imaginar sobre lo que conlleva ir al colegio que no se ha correspondido con la realidad encontrada. Estos niños pueden volver a casa muy ansiosos, o tristes, y en un par de días negarse a continuar asistiendo a clase.

En estos casos a los padres puede resultarles útil – y muchos lo hacen día a día espontáneamente- escuchar y observar al niño intentando entender el modo en que ha vivenciado esta experiencia; que siempre como toda vivencia es subjetiva, para poder buscar modos de acompañarle en este paso y que su negativa a asistir no se instale de modo repetido.

¿Niños hiperadaptados?

Hay niños que en momentos de separación de sus figuras de apego (padres, cuidadores, maestros) parecen mantenerse sin inmutarse, casi que ni miran para atrás para despedirse. Estas situaciones que resultan sumamente  llamativas, a veces entendidas como parte de una excelente adaptación, pueden estar encubriendo un gran sufrimiento en el niño que puede afectar la manera de vincularse con los demás. Peculiaridades que pueden ser confundidas como muestras de una autonomía precoz, cuando de lo que puede tratarse es de un intento forzado o desesperado -según el caso- de poder ser autosuficiente. Muchos de éstos niños posiblemente estén necesitando la ayuda de un profesional que valore su situación.

Vuelta al cole en niños mayores

En los niños algo mayores cierta ansiedad puede reactivarse en cada inicio escolar. ¿Será un curso muy difícil? ,¿podré realizar las actividades?, ¿estarán mis amigos?, ¿seguirán siendo mis amigos? Todas estas cuestiones y muchas más, no siempre realizadas de manera consciente ni verbalizadas pueden estar presentes en el inicio escolar y la mayoría de las veces suelen irse disipando en el transcurso de los primeros días si la realidad encontrada no difiere grotescamente de la imaginada; o si el niño ha sido previamente informado de los cambios trascendentales que le incumben y que van a realizarse.

En éste caso una posible adaptación dependerá -más allá de las singularidades de cada niño- de si ha podido hacerse a la idea sobre ellos, y si ha contado con espacios en donde poder manifestar sus impresiones y/o emociones al respecto. (Por ejemplo ante cambios de maestra, de aula, de configuración de la clase). Evidentemente siempre pueden darse cambios imprevistos, los cuales requerirán un ajuste mayor para los niños.

Las características de cada niño, su etapa evolutiva y su contexto familiar se pondrán de relieve en esta vuelta a la rutina. Una rutina que puede que a fin de año nos resulte agotadora pero, que luego de un tiempo de descanso, nos reconforta volver a experimentar año tras año en niños de 0 a 99 años.

Nuevo cole

Un niño al que le espera un nuevo cole, con niños y maestros desconocidos, puede presentar mayor ansiedad y sobretodo si lleva ya algunos cambios de colegio en su historial educativo. Otro al que le toca incorporarse luego de un verano repleto de actividades puede resultarle más complejo retomar cierta calma y templanza necesaria para poder aprender. Un niño al que las vacaciones lo han sorprendido con una mudanza o cambios que implican a toda su rutina, tal vez como lo que implica la separación de sus padres, puede estar agradecido de recuperar un lugar propio que presenta una cierta continuidad (amigos, clase, maestra). Otro puede llegar más cansado que descansado para el año que le toca cursar y otro aburrido de estar aburrido, por lo cual cada ingreso a la escuela tendrá su sello singular.

Resulta crucial informar al niño de los cambios que van a producirse, ayudarlo a sentirse seguro, escucharlo y acompañarlo sin juzgar las emociones que presenta son aspectos importantes para que los niños puedan seguir su desarrollo y disfrutar de los diferentes desafíos que le tocará atravesar en su crecimiento.

Escuelas como colores

Para algunos chicos la vuelta al cole puede significar el reencuentro con ciertas dificultades «dejadas» de lado durante el verano, o la posibilidad de enriquecerse y desarrollar aspectos novedosos. En otros casos puede brindar la posibilidad de confirmar aspectos de su identidad -aún en formación-, de buen estudiante, amigo sensible o entusiasta deportista. Para otros ser el lugar en donde depositar parte de su curiosidad, en donde establecer lazos afectivos duraderos y descubrir nuevos placeres como la poesía o la música.

Para otro niño el inicio del cole puede significar la vuelta «al trabajo» situación advertida a veces por sus padres, tíos y abuelos: “¡Se te terminó lo bueno! , ¡Ya verás que no es nada divertido! ¡Te enviarán tareas, tendrás que estar sentado muchas horas, ya no vas a poder jugar como ahora!”. Cosas dichas a veces sin pensar realmente en lo que puede provocar. Anunciando el ingreso a la escuela como si se tratará del fin de la buena vida; aspectos que evidentemente complican la buena adaptación escolar. Más allá, de que efectivamente en algunos centros se ofertan jornadas escolares que cuentan con más horas de las que cualquier sindicato de trabajadores consideraría impropio realizar.

Para otros parece volverse un mero trámite, burocrático y obligatorio. En donde habita -seguramente en el ambiente familiar también- una actitud renegadora sobre todos aquellos aspectos que la escuela pudiese aportarle. «¿Qué voy a aprender? , «si yo ya lo sé ¿(TODO)?» , «yo no necesito escuchar a nadie». Bueno, no sólo niños, desgraciadamente conocemos adultos que habitan así espacios educativos en donde casi no hace falta ni asistir, o esperan a que le convaliden su notable de infantil llegado el bachiller. De estos casos poco puedo decirles, ya que no suelen llegar a la consulta de psicología,  «ya que no suelen tener ningún problema ni suelen necesitar de nadie». Demás esta decir que en este caso la integración o buena adaptación brilla por su ausencia y las posibilidades de aprendizaje se encuentran profundamente mermadas.

Cuando algo no va bien en la adaptación escolar

Muy diferente es el caso de niños que ya han ido al colegio varios años y que al reiniciar las clases se niegan a asistir. Aquí es importante establecer si el niño fue feliz el año anterior, cómo se mostró, estuvo a disgusto con la maestra o con algún niño. Hoy son tiempos de bullying y ciberbullying que puede continuar hasta en etapa de receso. ¿Teme algo al ausentarse de casa?, ¿siente que necesita permanecer en casa para alguien?, ¿entra en juego o en riesgo la salud de alguien o de sí mismos al concurrir al cole? A este tipo de negativa a asistir al colegio no la podemos pasar por alto, habrá que escuchar al niño y/o solicitar una cita con un psicólogo infantil  que ayude a los padres y al niño a entender lo que pudiese estar sucediendo.

Los motivos más frecuentes por los que las familias consultan, que toman por escenario el inicio de curso escolar, tienen que ver con niños que presentan vómitos antes de entrar al colegio o insomnio, manifestando que durante el fin de semana o vacaciones estos síntomas no se presentan, lo que resalta la importancia de poder descubrir que puede estar mostrando el niño con esa señal. Niños que se angustian y lloran de manera recurrente, que presentan abruptos cambios en su estado de ánimo pueden estar dando señales de un sufrimiento infantil. Un niño que esperaba encontrarse con su maestra del año anterior y ahora se enfrenta a una desconocida, o que ha cambiado de compañeros porque está repitiendo curso pueden estar interfiriendo en su adaptación escolar y es necesario ayudarlo a aceptar, elaborar esta situación para que a pesar del sufrimiento que pueda generar no obture su crecimiento.

Cuando la negativa a asistir al colegio es continuada siempre debiese estar disponible la ayuda profesional. Alguien capaz de escuchar, observar, comprender y evaluar el contexto educativo en el que el niño se desenvuelve, la situación familiar que se presenta, las características del niño, su desarrollo, sus capacidades de relación. Sólo desde este escenario complejo podremos encontrar modos duraderos de ayudar al niño en su sufrimiento y a sus padres, ya que el sufrimiento de un hijo no les es ajeno y tienen un lugar crucial en el recorrido terapéutico de éstos.

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