Cuando el amor se va… El duelo en las rupturas de pareja

El duelo en la pareja. Psicología Parejas en Tenerife.

¿En qué afecta una separación?  El duelo en la pareja.

“La espera me agoto
no sé nada de vos
dejaste tanto en mí.. //
En un lento degrade
supe que te perdí… «
♥ Crimen.  Gustavo Cerati.

Las pérdidas en el amor siempre son dolorosas, no hay escapatoria ni parche suficientemente duradero que permita un atajo al inevitable proceso de duelo que requiere para dar lugar a una depreciación del dolor. Evidentemente no será lo mismo dolor el sentido después de un largo tiempo para pensar y decidir dejar a una pareja, que al de ser dejado de manera repentina. Tampoco es igual el dolor luego de perder al ser querido que es arrebatado por la enfermedad o la vejez que la separación de una pareja que nos ha hecho mucho daño. Pero todos estos ejemplos nos muestran distintas maneras de vivir la separación, las pérdidas y el trabajo de duelo que cada una requiere.

¿Por qué un duelo?

«Lo que hace sufrir no es la pérdida del ser amado, sino continuar amándolo más que nunca,
ahora que sabemos que lo hemos perdido irremediablemente» J. D. Nasio

Porque toda separación -de las distintas maneras posibles- implica un cierto dolor, lástima, aflicción por el ser que ya no nos acompaña, el que nos ha dejado. A pesar de las situaciones diferentes de separación todas exigen aprender a vivir sin el otro y encontrarse inevitablemente con la soledad. Un camino inevitable por recorrer, ya que cuando los duelos no se transitan, se quedan ahí acumulándose y vuelven a hacer presencia en una nueva pérdida.

Es como si las pérdidas fueran anudándose unas a otras, y nos retrotraen hasta la primer experiencia de separación, abandono y desamparo. Por ello el abandonado, en su recorrido minucioso por los recuerdos -intentando entender el porqué de su abandono- repasa anteriores pérdidas, detalles, señales que parecían haber quedado en el olvido.

¿Ser positivo?

«…Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah! pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad…»
Soledades Mario Benedetti

La sociedad actual impregnada de la exigencia a ser feliz, muchas veces nos impide estar tristes, la urgencia se impone al dolor y muchos duelos quedan acumulados, sin ser reconocidos y transitados. Hoy en día parece que estar triste no tuviera lugar, que sentir pena es no ser lo suficiente positivo -con la culpabilidad que puede ocasionar- y que hablar del dolor es por mero masoquismo o pesimismo. ¡Cuidado puedes deprimirte! confundiendo la función que la tristeza representa, el duelo inevitable a transitar y la gravedad de una alteración del estado del ánimo como es la depresión.

Ocuparse o preocuparse

«Ahora es nunca, todo es nada,
si no descanso en tu mirada»
♥ Ahora es nunca.  Gustavo Cerati

A veces da lugar al malentendido en donde el ocuparse de lo actual, de lo aquí y ahora de esta pérdida que despierta este dolor; queda enjuiciado por el preocuparse (en exceso de antemano de algo que no sucede aún y puede que nunca suceda), como si el abandonado exagerase en su dolor.

¡No es para tanto, ya conocerás a otra persona!, si probablemente conocerá a otra persona pero en ese momento necesita llorar a la persona especial que ha perdido, que no será reempalazada y a la que hoy aún vive como indispensable. Nadie es indispensable, pero el abandonado tiene que poder recuperarse a sí mismo, con lo que ha depositado en el otro (le ha dado todo, se ha entregado, le he dedicado mi vida) para poder reducir su dolor y recuperar -si la ha tenido- su autonomía. De momento sólo siente lo perdido, las ilusiones tenidas, los proyectos que han quedado inconclusos, los sueños no alcanzados. Podrán venir nuevos amores, pero serán otros y no ese.

Mi pérdida

Nada más alejado de lo que necesitamos para superar una pérdida que las frases que nos exigen pasar una página aun no llorada. ¡Muchos han pasado por eso, no pasa nada!, Si muchos pueden haber pasado, pero ahora lo paso yo con mi maleta de pérdidas a cuesta, con mis duelos anteriores elaborados o no, y por eso pasa y mucho. Pasa que no me lo esperaba, pasa que se repite, pasa que me siento cuestionado. Pasa que no sé si yo lo supero, aún no lo sé y necesito recorrerlo para poder saberlo y poder sentirme reconfortado y reforzado una vez allí.

Por ello no existen recetas de superación de un duelo a medida de todos. Transitamos más o menos las mismas etapas: negación, la rabia, el miedo, la pena, la aceptación pero algunos nos estancamos más en una u en otra, y algunos intentan tomar atajos que impiden la integración de lo que somos con nuestras vivencias, como amputándonos para no sufrir a coste de perder aspectos propios.

Algunas personas requieren más tiempo que otra, otras van de clavo en clavo donde la soledad no tiene lugar y otras lloran, recuerdan transitan el duelo y salen reconfortadas, con más conocimientos sobre sí mismos, sobre el amor y el dolor.

Estar solo

«Una historia sin final,
distante placer
de una mirada frente a otra
esfumándose»
♥ Bocanada Gustavo Cerati

¡Disfruta que estas soltero/a! Frase dichas con buenas intenciones, pero a destiempo, eso vendrá con la posibilidad del disfrute de la soledad y no cuando se vive el dolor de la soledad. La posibilidad de estar a gusto con uno mismo y poder estar en soledad sin que signifique abandono dependerá de muchos aspectos personales, de las vivencias tenidas, de anteriores experiencias de desamparo o abandono.

Donald Winnicott, un psicoanalista británico, ha destacado el hito que representa en el niño el aprender a estar sólo en base a la experiencia de haberlo estado en presencia de otra persona. Estar solo -no como el hecho físico real de estar solo- sino solo en calma interna que tampoco nada tiene que ver con tener que ser o creerse ser autosuficiente de un modo omnipotente, sino más bien con no sentir que todo se destruye y uno se desvanece ante la ausencia de la mirada de otro, que primariamente es nuestra mamá.

Hay personas que presentan graves dificultades para estar solas, donde la intensidad del sufrimiento puede ser realmente abrumador; sin embargo, hay otras, «que antes de salir de la niñez ya han aprendido a gozar de la soledad y que incluso llegan a valorarla como uno de sus bienes más preciosos». (Winnicott)

La soledad en las redes sociales

Las nuevas tecnología a través de las redes sociales captan mucho este punto, en donde ser mirados en lo inmediato, de manera continúa y urgente, ser valorados puede generar una fantasía de no estar solos en el mundo, un mundo en donde hay diversos seres siempre disponibles y con la posibilidad de conectarnos y desconectarnos al instante. Conexiones que pueden actuar como distractores de la soledad.

En la última entrevista realizada en España a Zigmund Bauman -filósofo gran conocedor y estudioso del psicoanálisis– mencionaba el gran temor de la mayoría de las personas en el mundo contemporáneo ha ser abandonados, ha quedarnos solos. «Está en nuestras peores pesadillas aunque muchos no lo digan abiertamente» (Bauman)

La necesidad del abandonado

«Los verdaderos paraísos son los perdidos» J. Luis Borges

El abandonado necesitará escuchar una y otra vez la balada triste, no sirve de nada forzarse una melodía pegadiza del verano, necesita recorrer sus desilusiones, sus angustias y soledades. Los mejores poemas y las más entrañables canciones de amor han sido compuestas por un abandonado, de una manera excepcional convirtiendo en arte su dolor.

Algunas vivencias de soledad que han sido vividas muy intensamente -como las primeras- son muy difíciles de poner en palabras, pero no quita que han dejado su huella y forman nuestra historia de amores y desamores. «La nostalgia del primer amor». 

El abandonado necesita su repliegue del mundo, su sentirse sólo y volver a encontrarse para luego volver a asomarse al mundo y sus posibilidades.

Toda separación viene seguida por una etapa de desilusión, querer pasarla como aquí no ha pasado nada nos sale caro. A la larga nos beneficia más reconocer la pena, sentir la tristeza, llorar lo que nos haga falta para poder darle un lugar en nuestro interior y en paso posterior, transitado el duelo dejar el dolor y dar paso a nuevas experiencias.

El camino que nos reconforta

«… A veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después
de la soledad.»
Soledades. Mario Benedetti

Cuando los duelos no nos dejan seguir el camino es tiempo de pedir ayuda. El tiempo en sí mismo no todo lo cura, el tiempo es necesario pero sólo como aspecto que encuadra «el trabajo inevitable del duelo» (Freud). Pero para ello el primer paso será reconocerlo y tramitarlo, para poder empezar el proceso normal y doloroso de todo duelo.

Un espacio terapéutico donde no estar sólo, estar acompañado, paso a paso en la tramitación, para una vez hecho este recorrido, poder seguir el camino sólo sin sentirse abandonado. Poder formar tal vez, una nueva pareja, -si es el deseo- que no reemplaza a la anterior por necesidad. Una oportunidad en la que elaborar las experiencias dolorosas para salir enriquecido y reconfortado.

El duelo lleva tiempo, es amargo, tal vez requiere llorar mucho, pero una vez lo hayamos transitado sabremos más de nosotros mismos, de la vida y del sufrimiento. Pero lo más valioso después del duelo -nos dice Mariela Michelena– es el sentimiento reconfortante de saber que hemos podido sobrevivir a la agonía que implica un abandono. Podremos recordar con cariño sin sentirnos invadidos de rabia, desconsuelo, culpa y seguramente habremos aprendido mucho sobre el amor y el dolor, en donde ambos son indisociables e indispensables en la vida de todo ser humano.

Bibliografía de referencia:
Zigmund Bauman Entrevista realizada por Jordi Évole en su programa «Conectados» de Salvados para la Sexta televisión. España 20/2/2017
Mario Benedetti (1995) «Soledades» El amor, las mujeres y al vida. Ed. Alfaguara.
Mariela Michelena (2012) «Me cuesta tanto olvidarte» Ed. La esfera de los libros. España.
Winnicott, Donald (1958) «La capacidad para estar a solas». Obras completas.

Cuando el amor se va… El duelo en las rupturas de pareja
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