Día Internacional de la felicidad – 20 de Marzo
Desde 2013, las Naciones Unidas han celebrando el Día Internacional de la Felicidad como reconocimiento al importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo. Nos dice: “¡Es un día para ser feliz, naturalmente!” Pero, ¿de qué hablamos cuando de felicidad se trata?
Las reflexiones a cerca de la condición humana, las características de la felicidad y como alcanzarla; han estado presente en reflexiones filosóficas, religiosas, antropológicas, sociales, históricas, médicas, psicológicas, psicoanalíticas y últimamente hasta económicas. Se habla desde hace unos años del índice de Felicidad Nacional Bruta de un país. La complejidad que el concepto de felicidad presenta es evidente y los modos de conceptuarla muy diversos.
Cada uno lleva su propia experiencia o concepción sobre lo que puede ser la felicidad y la noción de hombre que la sustenta. ¿Un estado duradero o estado escaso y pasajero?, ¿Un objetivo a conseguir?, ¿Una sorpresa que te regala la vida?, ¿Una emoción o una sensación?, ¿Una ilusión o un imposible?, ¿La trae el dinero?, ¿Se la lleva la salud?, ¿Puede ser aprendida?, ¿Se la puede forzar?, ¿Ausencia de tristeza o gratificación espiritual?
¿Hablamos de la misma felicidad?
El ser feliz esta presente en los anhelos, deseos, metas de un gran número de seres humanos. Cuando preguntamos a los padres que desean para sus hijos no dudan en afirmar “¡Qué sean felices!” Esta frase aparentemente sencilla nos presenta un aglomerado de interrogantes: ¿Se trata de una sugerencia?, ¿Una exigencia?, ¿Una enseñanza?, ¿Una simplificación conceptual?, ¿Un deseo?, ¿O un mandato?
Tal vez, no hay una única respuesta sino la manera de ser percibida, sentida e incorporada por cada sujeto. Pero, sin duda requerirá un camino de reflexión en distintas etapas de la vida con diversos modos de sentirse o no satisfecho o gratificado. La felicidad que puede experimentar un bebé al encontrarse reflejado en la mirada de la madre. La de los novios en su noche de boda. La felicidad al conseguir llevar a cabo un trabajo propuesto. La dulzura de un abrazo en un reencuentro con un ser querido. La caricia de consuelo de un hermano. La mirada cómplice de un amigo que nos entiende.
Felicidad a toda costa
Algunos sucesos de la vida requieren replanteos profundos de distintos aspectos de uno mismo, maneras de relacionarnos con los demás, estilos de ir por la vida, formas de cuidarnos, hábitos, prioridades, etc. Momentos profundamente movilizantes, situaciones de enfermedad, pérdidas, desilusiones.
Allí aparecen al rescate libros, gurus de la felicidad, profesionales que nos transmiten y nos ofertan distintas recetas para ser feliz. Cada una con su noción de felicidad; algunas la alaban como indispensable, la idealizan o las convierten en el objeto del mercado a conseguir de manera inmediata y a cualquier precio. Objetos masificados representantes del costado más sintomático de la sociedad de nuestro tiempo. En palabras del Psicoanalista José Eduardo Abadi, los objetos masificados “pueden dejar borrada la subjetividad y despojar al sujeto de la intimidad, dejándolo desprovisto y dependiente”. Objetos representantes de una felicidad que se desvanece ante un nuevo objeto, objetos compulsivos, adictivos, objetos que como tapones obturan cualquier hueco. Objetos ajenos, descartables, importados que «garantizan» la felicidad.
Ilusiones de un goce sin límites: ¡Puedes ser feliz!, ¡Sólo es cuestión de proponérselo! Consignas actuales que cosifican a los seres humanos, aíslan y nos deja terriblemente solos. Culpabilizando a quién no lo logra pasando por alto cualquier situación, sin evaluar los desorbitantes costes que puede tener para un sujeto en particular. Por ello, no podemos pensar en «felicidades recomendadas», recetadas en cinco claves infalibles, formulas generales, predeterminadas y definidas ajenas al sujeto.
La felicidad en la subjetividad
«La felicidad es algo enteramente subjetivo»
Sigmund Freud
La felicidad sólo tiene lugar si va ligada a la conquista de lo más genuino y personal nos dice Abadi. Surge en «una construcción entre placer, alegría, libertad-identidad, autonomía». La felicidad consiste en un recorrido –para quienes lo realicen- que «nos convierte en el autor principal de nuestra historia». Una historia aún por escribir, que se inició mucho tiempo atrás y nos precede. Hablamos de una «felicidad humana ligada a nuestra condición de sujetos mortales, incompletos y en conflicto. Lo cual es indispensable para aprehender una felicidad posible. Si esto queda anulado, se juegan engañosamente objetivos inalcanzables que llevan a que una persona no pueda arribar jamás a sentirse plena con sus logros”. (Abadi)
Desde esta mirada más compleja y profunda, de una felicidad humana; la felicidad se vuelve posible y da sentido a nuestra vida.
La felicidad no existe sin un otro
El lazo que establecemos con un otro semejante tiene un rol fundamental en nuestro experiencia de felicidad. No es causal que muchas historias terminen con la unión amorosa de la pareja con un “Fueron felices..” y los enamorados se dedican promesas de prodigarse felicidad: “¡Voy a hacerte feliz!” Mas allá de la idealización presente en estos momentos de relación, vemos que la felicidad se comparte, se da, se recibe. «Cuando te conocí fue el día más feliz», «Cuando tú naciste y te tuve en mis brazos por primera vez fue el momento más intenso, conmovedor y feliz de mi existencia » El amor cuando se brinda tiene la característica de hacer feliz a quién lo da.
La felicidad prohibida
«La envidia daña la capacidad de gozar»
Melanie Klein
Algunas personas presentan dificultades para experimentar gozo y esperanza en las situaciones. Hombres y mujeres que quedan aferrados a lo perdido, a lo que no puede ser, que parecen andar por el mundo con la prohibición a experimentar cualquier satisfacción ni felicidad.
Sufren y a la vez no pueden dejar de hacerlo, en un círculo repetitivo y destructivo. Personas que necesitan ayuda, pero que a veces descreen hasta de la posibilidad de ser comprendidos y asistidos. Destruyendo toda posibilidad de enriquecimiento e intercambio afectivo y emocional.
Todo es anulado antes de tiempo. La envidia invade terreno y no deja sitio para la felicidad, toda felicidad ajena tiene que descalificarse por lo insoportable que resulta para el envidioso. Erich Fromm los define como aquellos que no pueden “interesarse y amar la vida”.
“El envidioso atrapado en el resentimiento y el rencor, está incapacitado no sólo para dar, sino también, aunque parezca paradójico, para recibir, dado que en el momento que lo hiciera debería reconocer lo que el otro es, tiene y puede”.
Juan Eduardo Abadi
La envidia es uno de los enemigos principales para acceder a un estado de gratificación o satisfacción -felicidad-. La envidia destruye, es voraz, destructiva y atenta contra el otro; y a la vez limita las posibilidades de crear, y desarrollar los aspectos positivos personales. La persona envidiosa es insaciable eternamente insatisfecha.
La gratificación
La vivencia de gratitud en cambio, va asociada a la felicidad y permite a ser humano ser solidario y enriquecerse genuinamente en sus relaciones con los otros. Deriva de la capacidad de amar y permite apreciar la bondad en los otros y en uno mismo.
Melanie Klein –pionera del Psicoanálisis infantil– destaca que la envidia y la gratitud están presentes desde el inicio de la vida. Desde su mirada el bebé sólo puede experimentar una satisfacción plena si está suficientemente desarrollada su capacidad de amar. Esta satisfacción será la base de la gratitud.
Sigmund Freud describió la felicidad del bebé al ser amamantado como el prototipo de gratificación sexual. Pero, para Klein éstas experiencias constituyen la base de toda felicidad posterior y hacen posible el sentimiento de unidad con otra persona que significa ser plenamente comprendido, hecho que es esencial en toda amistad o relación amorosa feliz. La esperanza y la confianza en la existencia de la bondad ayudan a las personas a atravesar las situaciones más adversas de la vida.
En tanto la envidia es una fuente de gran desdicha, la ausencia relativa de ésta «es percibida como substrato de los estados anímicos de satisfacción y paz y finalmente de la cordura». (Klein)
Bibliografía:
Sigmund Freud «El malestar en la cultura y otras obras” 1927-1931 (1979) Tomo XXI. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
Melanie Klein “Envidia y gratitud” Tomo III Obras Completas. Ed Paidós. 7Ed. (2013)
Juan Eduardo Abadi “De felicidad también se vive” (2012) Ed. De bolsillo. Buenos Aires.