La idealización de la maternidad

La idelaización de la maternidad

Cómo está idealizada la maternidad y cómo afecta eso a las madres

La maternidad esta sumamente idealizada, aunque cada vez más mujeres se animan a mostrar diferentes modos de vivir esta experiencia transformadora. Las idealizaciones no tienen nada que ver con una maternidad saludable, se elevan de la realidad.

Las idealizaciones exigen, imponen, establecen patrones alejados, heterogéneos y por tanto imposibles de cumplir, y por lo tanto suelen venir acompañados de sensaciones de desgaste, agotamiento, tristeza…

Hay idelización de la maternidad en la sociedad pero también son las propias mujeres las que se meten de manera no siempre consciente en esos trajes pre establecidos de la maternidad.

– El miedo a ser mala madre y las expectativas de ser una madre perfecta y siempre feliz

Vivimos un tiempo donde ser positivos, felices se da por sentado en toda situación. Como una exigencia de base que se da por descontado, un único estado emocional permanente y constante. Y curiosamente, cuanto más se la persigue más infeliz uno se vuelve. En las madres parece esperarse que el mismo hecho de convertirse en madres, les sea provista una satisfacción plena y quien así no se siente suele vivirlo con muchísima culpa. Pero la realidad es que eso no es así.

Cada vez más va teniendo visibilidad en la sociedad a través de comunidades que agrupan a las “supuestas malas madres”. Que vienen siendo esas madres “normalitas” esas madres suficientemente buenas decía el Psicoanalista Donald Winnicott. Madres que disfrutan, que se cansan, que tienen dudas, que se permiten estar tristes…. Y que aunque les preparen trajes a medida encuentran modos para escabullirse de lo superficial y se reservan espacios para descubrir su propio modo de vivir la maternidad.

– Cómo afecta la maternidad a la identidad de las mujeres

La maternidad transforma a la mujer, ya nada será exactamente igual. De la manera particular en que da mujer pueda integrar esos cambios con mayor o menor rigidez podrá salir enriquecida o empobrecida.

Dependerá de cada mujer como ha llegado a la maternidad y como ha ido construyendo su rol, de madre pero también de mujer. De las expectativas más o menos realistas que estén depositadas en su maternidad, de su capacidad empática y de conexión con su bebé, de sus deseos más allá de su hijo y por supuesto de la red de apoyo con la que cuente, pareja, familia extensa, situación económica, salud.

– Los sentimientos de culpa y soledad de las madres

El sentimiento de culpa puede venir ligado a la no posibilidad de concretar la maternidad idealizada. Puede aparecer en momentos con mayor o menor intensidad ligados a la incorporación de la madre en otros espacios profesionales de ocio…

El sentimiento de culpa -no siempre consciente en la madre- puede acompañarse de cierto grado de ansiedad, abatimiento, irritabilidad, cansancio, y en los niños pueden observarse diversas complicaciones transitorias (alteración de hábitos de sueño, alimentación, se enfermen repetidamente, etc). Situaciones que remiten en la mayoría de los casos gradualmente.

No siempre se sienten solas las madres, dependerá de cada caso. Como también la intensidad y frecuencia de los sentimientos de culpa. A veces las madres no cuentan con ayuda y otras sus propias idelizaciones y exigencias hacen que no puedan delegar aspectos de su función o inclusión del padre o pareja.

El psicoanalista Daniel Stern señala que la sociedad pretende apoyar y sostener a la familia, pero por otro, impide a los progenitores la conciliación de la vida familiar en el plano económico.

– La carga mental de las madres

Va ligada a la posibilidad materna de replegarse en la maternidad y progresivamente reincorporarse en sus espacios creativos, profesionales, laborales encontramos las posibilidades de red de apoyo con las que las mujeres cuentan (madres, tías, hermanas, vecinas, amigas…) y fundamentalmente por el sostén de su pareja.

No podemos pasar por alto que la madre le hace un espacio en su psiquismo desde el embarazo mismo. El bebé va ocupando un lugar en las ensoñaciones, pensamientos, anhelos y temores de su mamá desde la gestación. Ella lo imagina, lo recrea en su cabeza, fantasea escenas, le busca un nombre y a su vez el bebé en desarrollo le genera sensaciones nunca antes experimentadas.

Será durante el parto donde esta vivencia de lo corporal llegará a su máxima expresión. La singularidad de cada parto y las vivencias subjetivas del mismo demandarán una cierta digestión o elaboración psíquica posterior de diversa duración e intensidad en cada mujer durante los días siguientes al nacimiento del bebé.

Y es que ella que está agotada, tal vez con sus puntos, sus pechos ardiendo y envuelta en un torbellino de emociones está expuesta a sus experiencias primitivas y a las que provienen de su bebé. A la vez la imperante necesidad de supervivencia de su bebé le exige poder buenamente como pueda interpretar, decodificar, contener y dar respuesta a las señales de intercambio y comunicación que el bebé transmite para sostener emocional a su hijo/a. Es un momento de gran intensidad emocional en las mamás que tendrán que poder ir metabolizando, dando sentido.

– La diferencia social entre lo que se espera de los padres y de las madres

Están las expectativas sociales o promovidas por la cultura a la que pertenecemos, el momento histórico… pero siempre pasan por un tamiz personal, no sólo somos efecto del contexto. Vivimos en un contexto pero tenemos una historia singular, un modo subjetivo de entender y pararnos en el mundo.

Hay padres que están muy pérdidos en lo que se espera de ellos ¿acompañar?, ¿ayudar? Otros se han arremangado y puesto en tarea, dándolo todo y arriesgándose a embarcarse de lleno en su paternidad. Otros sienten que han quedado relegados y le exigen aún más a su pareja -no siempre de un modo consciente- por medio de reproches, críticas y reclamos. (¡Mira como está la casa!, ¡Porqué no te cuidas!, ¿Tú no sabes lo que es estar fuera todo el día trabajando?)

A pesar de estos inconvenientes muchas madres -y padres- se las ingenian para disponer de tiempo para estar con sus hijos, mirarlos, hablarles, verlos crecer, acompañarlos en sus aprendizajes y compartir sus juegos.

– La importancia de la salud y el bienestar de las madres para ellas y sus hij@s

Las representaciones de la maternidad tan presentes en nuestra cultura, nos muestra como modelos ideales madres abnegadas que se ven empujadas a a negar sus necesidades, fantasías y deseos pulsionales. Mujeres privadas o censuradas para compartir sentimientos de tristeza, frustración, agotamiento, rabia y odio, ya que se trata de sentimientos todos ellos incompatibles con éstas representaciones de maternidad idealizada. Sentimientos que cuando no cuentan con espacios en donde reconocerse, expresarse y/o compartirse los solemos encontrar en nuestras consultas psicoterapeuticas ocultos en diversos estados depresivos (Kristeva).

Colaboración. Entrevista sobre los efectos de la idealización de la maternidad. Entrevistadora: Selena Ruiz Mínguez. Universidad de La Laguna. A la que agradezco me haya compartido su audio e impresiones.

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